Políticos metemano
Llevo meses escuchando tremebundas noticias sobre las negociaciones
que las autoridades europeas y norteamericanas están manteniendo
para crear una zona de libre comercio a ambos lados del atlántico.
Como se podrán imaginar lo poco que conocemos, al menos en mi caso,
es lo que venimos leyendo en diferentes medios que reproducen
opiniones y filtraciones de parte, muchas de ellas interesadas pero
también filtración de informaciones arrancadas a esos negociadores
que trabajan en la penumbra y cuya verdadera faz nunca conoceremos
porque no quieren ser reconocidos pero los detalles sobre los modos
(reuniones secretas, imposibilidad de coger apuntes de los
documentos, etc.) nos ponen los pelos de punta y lo que conocemos
sobre el fondo, no menos importante que los modos, es bastante
inquietante.
Dicen los contrarios al acuerdo, archiconocido como TTIP, que los
europeos perderemos todos los derechos sociales que venimos
disfrutando, que nos veremos obligados a aceptar legislación sobre
bienes de consumo hasta ahora rechazadas, que los alimentos hasta
ahora vedados (carne hormonada, transgénicos, pollos clorados, etc)
llegarán a nuestras mesas y que, en definitiva, los europeos
deberemos abandonar el principio de precaución de “todo es bueno
sólo si se es capaz de demostrarlo” por el principio americano de
“todo es bueno hasta que se demuestre lo contrario”.
Los favorables al acuerdo, por el contrario, lanzan al viento sesudos
informes económicos que, elaborados por gabinetes de consultores,
asesores y departamentos universitarios, destilan optimismo y donde
se proclaman las bondades del acuerdo al suponer un importante
incremento del PIB de ambos contendientes dado que la apertura de los
mercados supondrá mayores oportunidades de negocio, mejor acceso a
los mercados y consiguientemente, mayor empleabilidad en las dos
orillas puesto que el ultraliberalismo, según ellos, encarnado en
los mercados, es la solución de todos los males..
Pues bien, como uno ya no tiene edad para tonterías y la experiencia
me viene demostrando que la realidad estará entre....
.... los nubarrones
denunciados por unos y el paraíso diseñado por unos consultores
bien indemnizados, por ello, mi cabeza, cada vez más ligera, me trae
el recuerdo de los sesudos elaborados por consultores tan
prestigiosos como Rabobank, consultor de referencia para
instituciones y empresas agroalimentarias de postín, que auguraban
una subida del precio de la leche puesto que, según sus previsiones,
la demanda de los países orientales (siempre a vueltas con la
dichosa China) crecería de forma exponencial y así, los ganaderos
europeos podrían aumentar su producción y percibir un buen precio
puesto que el bolsillo de los chinos estaba a rebosar. Eso sí, una
vez despierto de la cabezadita de rigor, caigo en la cuenta que los
consultores no dieron una, que no acertaron ninguna de sus
previsiones y a pesar del grave error de sus previsiones, mientras
tanto los ganaderos europeos se encuentran con un mercado inundado,
una demanda exterior estancada, un mercado interior menguante y la
casa de cada uno, hecha unas trizas.
Por ello, siendo consciente de que nuestros mandamases europeos
seguirán llegando a acuerdos con diferentes países terceros,
continentes o grupos de naciones (Mercosur, África subsahariana,
etc) , porque quieren acceder a su jugoso mercado de
infraestructuras, servicios, tecnología, etc y para ello no les cabe
más remedio que utilizar al agro de contrapartida, abriendo aún más
sus fronteras, aligerando tasas y aranceles, admitiendo prácticas
higiénicas, medioambientales y laborales que no aceptan para
nuestros productores europeos y por eso mismo, viendo cómo va la
tendencia del futuro próximo, creo que los productores agrícolas
europeos deben ser conscientes que su futuro dependerá cada vez más
de sus propias decisiones y menos de las decisiones de esos
responsables políticos que, unos porque no lo quieren, y otros,
porque la politica ultraliberal cada vez les proporciona menos
herramientas para meter mano en la política agraria, así nos
encontramos con que la casta política en general nos vende por
suculentos negocios extra-agrarios y consecuentemente, en un mercado
cada vez más global, abierto, liberalizado y volátil, afectado por
vaivenes que están fuera de nuestro alcance, tenemos que tener claro
que no caben lamentos y que,a demás de reclamar políticas públicas
que defiendan al sector productor más allá de ayudas-parche, tengo
clarísimo que sólo nos queda la auto-organización de la cadena
alimentaria, equilibrándola y reforzando los eslabones más débiles.
La auto-organización de los productores y nuestra participación en
los diferentes eslabones de la cadena alimentaria no nos hace inmunes
a los males del mercado pero sí nos hace más resistentes a su
embates.
Xabier Iraola Agirrezabala
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