Astros alineados
El
patio político español anda más que revuelto. La moderación
fracasa por ser demasiada anodina en esta sociedad del tuit, del
griterío y del espectáculo, donde lo que vale es la estridencia y
así en la dinámica del “que más grita, capador”, los
extremistas se adueñan del micro, reconfortan a sus incondicionales,
se refuerzan entre sí y el que no les siga, ¡cómo no!, será
tildado de “cobarde, maricomplejines y pastelero”. En este museo
ibérico de los horrores sólo cabe la brocha gorda, no hay matices,
no hay gama de grises, ¡o blanco o negro!.
Pues bien, tras el más que previsible rechazo multilateral de los
Presupuestos Generales del Estado en el Congreso ya conocemos la
fecha de marras para las elecciones, el 28 de abril, por lo que vayan
petrechándose de sira y katiuskas porque la que va a caer, va a ser
terrible. Los presupuestos de un Gobierno, al menos en lo que a
Agricultura se refiere, que pasa con más pena que gloria y si me
apuran, les diría, sin querer ser cruel, de un Gobierno del que ni
nos hemos enterado de lo poco que haya podido hacer el plano
ministro. Gestionar la inercia, que diría aquel.
Llegarán
las elecciones. Sufriremos el chaparrón y finalmente, sabremos por
dónde escampa, si por el este o por el oeste, si por la derecha o
por la izquierda y esperaremos a que terminen sus acuerdos para
conocer quién será el sustituto de Pedro. Él mismo, o Pablo (con
permiso de Albert) que le noto, si me permiten el comentario, algo
impaciente.
Impaciente,
según la Real Academia de la Lengua Española es aquella persona que
espera
con
desasosiego y algo así, o peor, es el
sentimiento que se ha apoderado de los ganaderos vascos ante la
decisión del Gobierno Vasco, más concretamente de su Departamento
de Medio Ambiente, de incluir el lobo dentro del Catálogo Vasco de
Especies Amenazadas con categoría de especie de interés especial.
Desasosiego
es el sentimiento aludido pero creo haberme quedado algo más que
corto y que debiera utilizar expresiones como alarma, miedo, zozobra,
temor, horror, pena y otra amplia lista de términos que definen
mejor el estado de ánimo, desánimo mejor dicho, que anida en el
corazón de muchos ganaderos que ven perplejos e indignados como la
vida de todo bicho viviente y de toda fauna salvaje es mucho mejor
valorada que la vida de sus propios animales, por muy de raza
autóctona que sean, y obviamente, que su propia vida.
El
Gobierno Vasco, como decía, ha decidido incluir el Lobo como especie
de interés especial en el Catálogo antes mencionado y si bien la
categoría propuesta, la de especie de interés especial, es algo más
liviana que la calificación que solicitaban los grupos ecologistas
comandados por Grupo Lobo, calificación del Lobo como especie en
peligro de extinción, no es menos cierto que la mera inclusión del
Lobo en el Catálogo de especies amenazadas conllevará, lógicamente,
la redacción e implementación del consiguiente plan de gestión y
con ello, impepinablemente, un avance de la alimaña por nuestros
montes y territorios. Además, todo ello, para más INRI, con
informes solventes sobre la mesa que reconocen que el lobo como
especie salvaje no tiene peligro alguno de extinción puesto que en
zonas y comunidades limítrofes como Castilla-León, Cantabria y
Asturias, etc. cuentan con una población numerosa y consolidada.
Ello, no obstante, no resulta suficiente para unos ecologistas que
quieren al Lobo en todos y cada uno de los territorios históricos o
provincias.
Los
ganaderos, como nos lo vienen recordando constantemente, consideran
que la expansión del lobo es claramente incompatible con la
ganadería extensiva que se practica en muchos montes de nuestra
amada tierra, más allá de las emblemáticas sierras que todos
tenemos in mente, y que el depredador exige la vigilancia permanente
del ganado lo cual es imposible de compatibilizar con las otras
muchas tareas que nuestros ganaderos, muy especialmente los pastores,
tienen que llevar a cabo como son la elaboración de queso, la venta
de producto bien desde el propio caserío bien en ferias, mercados y
tiendas de cercanía así como otras muchas tareas que son inherentes
a la actividad, al mismo tiempo que desconocidas para el gran público
y consiguientemente, para los grupos ecologistas que tanto amparan al
depredador.
La
expansión del Lobo, así de contundente lo dicen los pastores y
vaqueros que gestionan la montaña, sabedores de la imposibilidad de
gobernar el ganado con una prole de mastines en unos montes y
territorios tan humanizados como los nuestros, conllevará el fin de
la ganadería extensiva y consecuentemente, en algunos casos,
provocará la reorientación del modelo productivo hacia un modelo
estabulado e intensivo, desvinculado del monte. Eso sí, teniendo la
escasa productividad de nuestra raza autóctona, en el ovino me
refiero a la oveja latxa, esta reorientación acarrearía el cambio
de razas, optar por otras más productivas y paralelamente, el fin de
nuestra joya gastronómica, el queso de denominación de origen
Idiazabal que, sólo, se puede producir con leche de oveja latxa.
En
fin, parece ser que se han alineado todos los astros para que lo que
es su momento no logró la industria lechera, una industria que
quería que los ganaderos optasen por razas foráneas de mayor
producción para así adquirirla a un menor precio, lo van a lograr
la alineación de los astros del Gobierno con los astros del
ecologismo.
Verdaderamente,
una pena.
Xabier
Iraola Agirrezabala
Comentarios
si bien es un incordio para la gente dl campo
tbn es una especie y no tenemos derecho a exterminarla :
Son las manadas descabezadas de lider las que matan al tuntun y no solo a ls enfermos y viejos animales =
No e puede matar al tun tun, debe ser la policia bien asesorada quien lo haga
Y por supuesto compensacion por animales
Pero al pnv como le interesan ls votos mas que otra cosa, y ve que Podemos le ha ganado ya dos veces, pues eso...a brocha gorda.