Los ecologistas sin veraneo
Quizás lo desconozcan pero la diferencia estival entre Gipuzkoa y
Bizkaia es que mientras los primeros, los grisunos guipuzcoanos como
dice una allegada mía, vamos de vacaciones, los segundos, los
farrucos bizkaitarras, no van de vacaciones sino que, veranean. ¡Así,
como suena!. Pues bien, como sabrán, mi familia política es de
Bizkaia, del populoso barrio bilbaíno de Santutxu para más señas,
y por lo tanto, uno, con los años de convivencia marital ya ha
adquirido la categoría de veraneante en Armintza, barrio portuario
de la localidad de Lemoiz, donde, perdonen la recoña, nuestra
insigne familia veranea desde hace unas cuantas décadas y donde,
siento decirlo, veo con no poca preocupación que crecen las
actitudes incívicas de algunos chonis al querer aparcar al borde del
agua y de algunos otros que no acaban de dominar a sus canes que,
cómo ellos siempre te advierten por anticipado, ¡tranquilo, que no
hace nada!.
Dejando clara mi condición de veraneante, no creo haber sido
objetivo de la campaña de los jóvenes de Ernai (antes Jarrai y/o
Segi) que, así, de repente, han concluido que el turismo masivo y
masificado que sufre Euskal Herria, especialmente Donostia, es una
lacra inaguantable y la madre de todos los males de esos jóvenes que
pretenden representar. Los jóvenes cachorros se han pasado de
frenada y lo saben. Una vez más, han extrañado, cuando no asustado,
incluso a su propia gente y es por ello que los gerifaltes han tenido
que salir a la palestra, moderar (sin desautorizar) el estilo y
escenificar un encuentro con los hosteleros para rebajar la tensión
porque ni las declaraciones de hace un par de años del alcalde
donostiarra Izagirre (EHBildu) sacando pecho por los magníficos
datos del turismo en la Bella Easo ni la escéptica sonrisa instalada
en miles de rostros de vascos que escuchan dichas acusaciones
mientras comparten destino turístico con miles de compis de la
Izquierda Abertzale que invaden los Pirineos, Mediterráneo,
Asturias, Landas, etc., eso sí, con pinta de montañero jatorra y
con la fragoneta del copón al pie del camping o montaña, como
decía, ambos factores han sido insuficientes para reconducir el
espinoso tema y ha sido el propio Otegi quien, temiéndose una
revuelta social de parecidas dimensiones al puerta a puerta, ha
decidido dilatar en el tiempo la cuestión, a la espera de una nueva
reflexión en los foros internos e institucionales.
A mí, personalmente, con respecto a Donostia, me preocupan otras
cuestiones, quizás menores pero que nos afectan en el día a día y
así, observo con preocupación que en esta ciudad que recientemente
decidió firmar el Pacto de Milán, un pacto de política alimentaria
sustentado fundamentalmente por diferentes municipios del mundo que
abogan por una alimentación saludable y sostenible, las
multinacionales del fast food avanzan, lenta pero imparablemente, y
muestra de ello son la apertura de McDonald’s en Belartza y la
próxima apertura de Burguer King en Lasarte, en sustitución de un
hasta ahora asador y lo que es peor, por lo que he podido indagar,
entre ambas marcas ya tienen abiertos unos 20 centros en Euskadi.
No soy nadie para criticar la actitud empresarial de los
emprendedores particulares de ambos casos pero sí me entristece
comprobar que la cara oculta del éxito de ese modelo de alimentación
es el fracaso de un empeño por una alimentación saludable,
sostenible y local que escape de las garras de la globalización
gastronómica que nos lleva, irremediablemente, a una única
gastronomía dominada por el fast-food, el plato combinado, el kebab,
la pizza, … y donde los pequeños agentes (bien sean agricultores,
elaboradores, cocineros, ..) de la escala familiar y reducida son
expulsados por el mercado que, obviamente, exige rapidez, volúmenes
y precios bajos tanto en materias primas como en los salarios.
Por cierto, hablando de expulsar y por terminar con uno de mis temas
preferidos, les refresco que ciertos ecologistas tienen tomada la
firme decisión de expulsar a los ganaderos de la Sierra de Aralar y
para ello se toman todo el trabajo del mundo, tiempo es lo que al
parecer les sobra, en torpedear las decisiones adoptadas por los
ganaderos, la Mancomunidad de Enirio-Aralar (con una ejecutiva
conformada por municipios, en su mayoría de EHBildu) y por la
Diputación Foral de Gipuzkoa. La última noticia con que nos han
alegrado la víspera del Concurso-Subasta de queso de pastor de
Ordizia, ha sido la decisión del fiscal de dejar en manos del
Juzgado los posibles indicios de delito medioambiental en el proceso
de ejecución de la pista de Goroskintxu y esta inquietante noticia,
más allá de sus futuras consecuencias y seguro como estoy de la
legalidad de la actuación de las autoridades afectadas, es la firme
constatación de lo que algunos documentos, textos y declaraciones de
esta misma gente apuntan que no es otra cosa que los ecologistas
quieren el territorio virgen, sin actividad humana alguna, que la
maleza brote y se expanda sin barreras y que, espontáneamente, surja
un bosque amazónico que sustituya a las satánicas praderas
fomentadas y cuidadas por los maléficos pastores y sus terribles
maquinas de segar, ósea, las ovejas latxas. ¡Que les den!
Xabier Iraola Agirrezabala
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