Vivito y coleando
Hace bien poco comenté en otro artículo que me hallaba inmerso en
un periodo de cierta debilidad y con el ánimo algo bajo. Quizás sea
por ello que en estas fechas me llegan informaciones que me afectan y
me dejan el alma encogida y el cuerpo traspuesto. Llego al día D, la
cita electoral, con el alma supurando rabia al escuchar las
barbaridades de algunos dirigentes de la ultraderecha que,
independientemente de lo que sean cada uno de sus votantes, cumplen
muchas características de lo que venimos llamando fascismo. Pero en
fin, veremos en qué queda, la historia y que el tiempo, como siempre
ocurre, ponga a cada uno en su sitio.
A estos dirigentes de la ultraderecha que, a modo de Trump ibéricos,
se jactan de negar el cambio climático les hubiese invitado yo a la
interesantísima jornada celebrada hace unos quince días en en el
centro de investigación BC3Research ubicado en la Universidad del
País Vasco donde expertos como Agustín del Prado y Pablo Manzano
dieron la visión científica en un debate titulado “Rumiantes y
Cambio Climático: ángeles o demonios”. Como se podrán imaginar,
a lo largo de la Jornada y del posterior diálogo, sobrevolaba la
polémica y el malestar generados por el informe de la ONU sobre “El
cambio climático y la tierra” elaborado por el IPCC (Grupo
Intergubernamental de Expertos del Cambio Climático), o mejor dicho,
por las informaciones periodísticas publicadas a raíz del mismo
que, dadas las prisas con las que se suelen elaborar, la inmensa
mayoría de ellas estaban redactadas, siendo benevolente, en base a
titulares y ecos de webs pero con la suficiente carga sensacionalista
para generar la alarma entre consumidores y malaleche a rebosar entre
los ganaderos.
Los científicos antes mencionados, tanto Del Prado como Manzano
(apellidos apropiados para gente sensible a la cosa del campo)
situaron la aportación de la ganadería al cambio climático en su
justa medida y diferenciando las diferencias entre la ganadería
intensiva y la ganadería extensiva. Ahora bien, los representantes
del sector ganadero presentes en la sala salimos, por una parte
aliviados con las palabras de dichos científicos pero, por otra
parte, con el alma encogida al comprobar la fijación de algunos,
tanto académicos como políticos, por señalar la ganadería y el
consumo de la carne como objetivos prioritarios de su lucha contra el
cambio climático al estimar, tan alegremente, como el objetivo más
asequible y más fácil de alcanzar.
Reconocen que hay otros sectores como la industria, el sector
energético, el transporte y su vertiente de turismo masificado que
afectan en mayor medida al cambio climático pero asumen con total
naturalidad, para mayor cabreo del sector primario, que dada la
potencia de dichos sectores y la complejidad de la tarea, es mucho
más sencillo centrarse y priorizar la lucha contra el sector
ganadero y contra el consumo de carne por parte de la población. En
definitiva, una vez más, se hace realidad el dicho de “fuerte con
los débiles y pusilánime con los fuertes”.
Llegados a este punto, volviendo a casa me preguntaba a mi mismo en
qué habremos fallado el sector primario para que ciertos colectivos,
potentes y con gran respaldo social, hayan decidido que somos su
blanco perfecto en su lucha contra el cambio climático y que hayan
asumido como lógico que nuestro sector ganadero sea sacrificado en
el altar del cambio climático. ¿será que no lo ven necesario?
¿será que lo consideran tan irrelevante para la sociedad actual que
están dispuestos incluso a hacernos desaparecer? ¿porqué no hemos
sabido hacerles ver el papel que el sector primario juega y puede
jugar en la lucha contra el cambio climático?. Reflexionen y ya me
dirán la respuesta.
Yo, por mi parte, tal y como lo dije en sede universitaria, aún con
el alma encogida ante tal injusticia, les reconozco que no estoy
dispuesto a claudicar y aceptar que gentes que viajan por placer,en
avión, tres o cuatro veces al año, gentes que en verano refrescan y
en invierno calientan sus centros de trabajo, universidades y
parlamentos así como sus domicilios, gentes que compran ropa de usar
y tirar hasta reventar el armario, gentes que compran, por comodidad,
toda su comida precocinada y plastificada, gentes que utilizan el
coche para acudir a su facultad, parlamento o parque tecnológico, en
definitiva, que sea este tipo de gente la que decida que nuestros
ganaderos y sus animales deban ser sacrificados en altar de la
modernidad para que ellos puedan seguir llevando su placentera vida.
Con el alma encogida y el ánimo tocado sí. Pero vivito y coleando.
Xabier Iraola Agirrezabala
Comentarios
no es lo mismo una ganaderia extensiva qe se practica en zona montañosa desde hace siglos como aca,
que una ganaderia intensiva o masificada como sobretodo en sud-america , dnde se desforesta para soja o pasto , miles d hectareas
o en africa donde paises como etiopia venden todo su ganado cada año a UK para qe hagan hamburguesas, a cambio d armas para su eterna fuerra
esas hamburguesas cn sabor mil especias ,osea a nada, pqe apenas llevan carne y esta medio podrida...para hacer dinero sobretodo
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ls animalistas no ven que hay gente qe necesita comer carne por su tajo, edad, habitat, etc aunque es mejor que sea extensiva y eco y comer solo lo que se vaya a qemar
pero a la vez tiene mas drcho la vida d una vaca ,
qe alguien qe se la coma y no intente ser mejor persona ni evolucionar como humano,
pqe seria un insulto al sacrificio d esa vaca
Y es sospechoso que ls animalistas no quieren miel,
cuando sin apicultores las abejas desaparecerian ,
( y cn ellas todo ),
por la cantidad d enemigos qe tienen ,
especialmente las multinacionales con su contaminacion pesticidas = sequia,qe acrecienta sus enfermedades como varroa...
o estan pagados por las multinacionales o les falta prespectiva y ecuanimidad
las multinacionales quieren hundir a ls rurales pa qedarse toda la tierra , y un modo es acabar cn abejas para endeudar,
tbn a base d vender semillas polinizadas o drones polinizadores,