La cesta de la compra de Tamara
La cena
semanal de la cuadrilla en la sociedad ha cobrado el vigor de antaño, tras dos
años de impasse pandémico, donde además de los músculos aletargados por el
confinamiento, aunque no se lo crean, las neuronas también han sufrido lo suyo tras
ese largo parón donde, entre otras cosas, perdimos la fluidez en la crítica y
la rapidez de reflejos en plantear soluciones a los grandes problemas de la
geopolítica mundial.
Pues
bien, esta semana, la cuadrilla ha tenido dos grandes temas para tratar,
debatir y solucionar. El primero, el que más nos angustia, es el triste
episodio que está viviendo Tamara Falcó, nuestra Tamara, tras la infidelidad de
su hasta ahora novio, Iñigo Onieva, gure Iñigo. Nuestra tendencia a
posicionarnos a favor del más pijo, en este caso, como comprenderán, es harto
difícil por lo que, hemos quedado a la espera de un informe que nos aclare
quién es el más pijo de los dos.
El otro
tema es la inflación y la carestía de la vida. La cena semanal que rondaba los
10 euros, austeros que somos los pijos rurales, se nos ha disparado hasta los
12-13 euros y con este subidón, la economía se resiente y comienzan los
problemas al tener que dar explicaciones cuando uno llega a casa.
Habrá
que comenzar por ajustar las cantidades, algo que ya hacen algunas empresas
agroalimentarias reduciendo el contenido de los envases para no sobrepasar el
precio previamente establecido, eso que llaman reduflación, y así, me veo
reduciendo, por comensal, el número de lonchas de embutido o las patatas fritas
que acompañan al huevo, antes de pasar por el apuro de subir el precio final.
Según
he podido leer, la investigación académica ha demostrado que los consumidores
son muy reticentes a aceptar aumentos de precios explícitos, pero, en cambio,
tienden a asumir
de manera pasiva las reducciones de volumen, tamaño o cantidad
que no implican un cambio de precio incluso cuando les resultan perceptibles a
simple vista.
Si la
táctica reduflacionista no funciona, imagino que teniendo en cuenta que alguno
ya está operado de los ojos, que me pillarán a la primera, por lo que mucho me
temo que tendré que optar por la segunda táctica, es decir, optar por la marca
blanca de distribuidor para así abaratar el precio, aunque para ello tenga que dejar
de lado, los tomates de Eusko Label, los huevos de mi amigo Esteban Atxa y el
queso Idiazabal de mis amigos de Goine. No cabe otra.
Optar
por la marca blanca frente a la marca de fabricante es una opción por la que
está apostando muchísima gente. Tanto es así que según recoge la consultora
Kantar, la marca blanca ha pasado de un 37,5% en 2020, al 38,2% en 2021 y hasta
el 41,3 en 2022 (un 31,3% con respecto al año anterior) y si bien, estos
porcentajes son globales, por mucho que los consumidores tengamos la sensación
de que sólo acudimos a las grandes cadenas a por productos envasados, eso que
ellos llaman alimentación seca, la realidad es que el porcentaje en productos
frescos perecederos alcanza el 78% en la distribución organizada.
No
obstante, ofertar precios bajos en la marca blanca es la herramienta que
utilizan estas grandes cadenas de distribución para engatusar al consumidor y llevar
el agua a su molino, porque ellas, las cadenas, son sabedoras de nuestros
hábitos de consumo, de nuestras querencias pero, lamentablemente, también
conocen nuestras debilidades y por ello, saben muy bien, que lo verdaderamente
complicado es atraerle a su tienda, introducirlo en sus pasillos para, una vez
enfrascado en la tarea compradora, valiéndose de técnicas de neuromarketing,
lograr que adquiera, además de productos de marca blanca que usted buscaba,
otros muchos productos que ni siquiera usted imaginaba que iba a comprar.
Prueba
de ello es cómo, además del porcentaje de la marca blanca frente a la de
fabricante, la distribución organizada gana peso frente al comercio
especializados (frutería, carnicería, pescadería, etc.) que pierden 1,7 puntos
de cuota de mercado y en esa pujanza de las cadenas de distribución, sobresalen
las tres primeras cadenas a nivel estatal, Mercadona, Carrefour y Lidl, los
únicos del top 5 (Dia y Eroski, además de las tres mencionadas) que ganaron
cuota hasta agosto. La primera impulsó su liderazgo hasta el 25,8%, 0,9 puntos
más; Carrefour creció hasta el 9,6% (+0,7pp), y Lidl llegó al 5,8% (+0,5'pp).
Resumiendo, entre las tres primeras cadenas, el Top 3, superan el 40% de la
cuota de mercado.
La
distribución, con su marca blanca a modo de estandarte, está ganando la guerra
y cada vez tienen un mayor poder dado que con sus diferentes formatos de
tienda, van acaparando los diferentes mercados y poco a poco, van sustituyendo
a la tienda tradicional y tienda especializada que sufre los rigores de los ataques
de estas grandes cadenas y sus propietarios, en su inmensa mayoría, pequeños
empresarios autónomos que ven mermar sus márgenes de beneficios aún metiendo
más horas que un reloj.
Termino.
El próximo jueves, en nuestra cena de la sociedad, voy a plantear un debate que
se me antoja apasionante, ¿Tamara, será más de marca blanca o de marca de fabricante?
Veremos que resuelve el sanedrín.
Xabier
Iraola Agirrezabala
Comentarios