Al lio

 


“Este año, NO nos vamos a liar”, así de simple, contundente, rotunda, previsible e inútil es la frase del año, la frase que inicia la campaña navideña en nuestra familia, cuando mi mujer se dirige a la madre que la parió, temiéndose su desembarco culinario, el de mi suegra, que cocina excesivamente bien y en cantidades pantagruélicas. Basta con acabar la frasecita para que todo, como quien no quiere, discurra por el camino recorrido en años anteriores y los preparativos culinarios navideños acaben, un año más, con una mesa a reventar de comida.

Ahora bien, hablando de líos, hay que reconocerle la maestría a Luis Calabozo, director de la patronal láctea FENIL que, desde que hace unas semanas saltó a la palestra pública afirmando que sus industrias pierden competitividad, frente a otras industrias europeas, por la carestía de la leche y que, según él, además, aun teniendo la leche, de vaca, más cara de la UE, los ganaderos, como si fuese por capricho, están reduciendo, cuando no abandonando, la producción. No contento con sus afirmaciones iniciales, Calabozo, ha conseguido que los medios, impresos y digitales, se inunden con informaciones en esa línea, cuya publicación está más que asegurada viendo la potencia publicitaria de las industrias lácteas y repliquen obedientemente su tesis inicial.

Ahora, vuelve a la carga, pero, últimamente, se ha centrado en la industria quesera y así, reitera la falta de competitividad de la industria quesera española frente a otras extranjeras y afirma que la importación de 300.000 toneladas al año de quesos baratos del Norte de Europa pone en jaque al sector quesero español y así, que el principal damnificado es el queso tradicional de oveja, cabra o mezcla. Incluso, apela al consumidor para que opte por consumir el queso tradicional, porque en caso contrario, “perderemos el patrimonio quesero y la cultura e identidad gastronómica de nuestro país”. No sé a ustedes, pero a mí, me resulta enternecedor. Yo creo que, si Calabozo no existiese, habría que inventarlo.


Mientras tanto, sus subalternos, los industriales con sus jefes de compra al frente, se la lían parda, ofreciendo a los ganaderos caprichosos, con el cuchillo entre los dientes, unos contratos de compra que incumplen la Ley de Cadena Alimentaria por estar manifiestamente por debajo de los costes de producción, al menos, de la parte productora y así, acelerando aún más, la reducción de la producción láctea que tanto le preocupa a Calabozo. Eso sí, repito una vez más, hay que controlar la producción por que si en la primavera, sube la producción, el precio volverá a bajar y entraremos en zona pantanosa.

Por no mencionar la liada que se está organizando, tanto normativa como comercialmente, con los atributos que debe contar la producción láctea y la leche que, más allá de condicionantes higiénico-sanitarios, requisitos medioambientales, papeleos interminables para anotar y reanotar cada pasito que da el animal, le añadimos la cuestión del bienestar animal que tan bonito queda en las etiquetas y envases para acabar, por ahora, en el caso del vacuno de leche, con las estrategias de descarbonización donde toma protagonismo el aditivo o suplemento en los piensos para reducir así la emisión de metano de las vacas.  Por cierto, al parecer, el aditivo de marras es propiedad de un monopolio y actualmente, en algunas industrias, se comienza a plantear, previa rebaja del precio base, una prima suplementaria para aquellas ganaderías que cumplan determinados requisitos medioambientales y suministren a las vacas la pastillita que, al parecer, reduce sus emisiones de metano.

Por cierto, para redondear la faena con este lio de requisitos de la leche, les invito a los impulsores de estas cuestiones que, además de crear e imponer un sello de bienestar animal, impulsen el sello de bienestar del productor para lo cual, entre otras cuestiones, se tenga en cuenta que el precio abonado al ganadero garantice el bienestar de su familia.

Eso sí, para lío, el que van a montar los de la empresa alemana Senara que está investigando cómo producir leche a partir de cultivar células de la leche y no de la vaca, como algunos luceros del alba habían propuesto anteriormente. Al parecer, seleccionan las células más eficientes en la producción de leche, ahora de la leche de vaca, pero quieren abarcar el ovino, caprino, etc., a las cuales se les propicia el ambiente, temperatura y nutrientes adecuados para que se multipliquen y crezcan. No obstante, no nos engañemos, hasta ellos mismos reconocen que lo que pretenden multiplicar son los beneficios obtenidos con esta, dicho lisa y llanamente, monstruosidad.

Como ven, este lío monumental de exigir a los productores montañas de requisitos, el cumplimiento de normativas absurdas, la exigencia de una burocracia que los ahoga y el pago de unos precios que, en el mejor de los casos, sólo les permite sobrevivir, nos lleva a pensar que aquí hay responsables, tanto industriales como políticos, para los que sobran los ganaderos y, lamentablemente, si nos atenemos al ejemplo de esta biotecnológica germana, también les sobran las vacas.

Me parece, y con esto termino, que más que sobrar esas cuestiones, lo que hay que destacar es la falta de sentido común. En fin, Feliz Navidad.

Xabier Iraola Agirrezabala

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