La Tormenta Perfecta
Sigo
con interés la opinión publicada de Fernando Fernández Such,
activista del mundo rural, miembro del Comité Editor de la Revista
Soberanía Alimentaria así como destacado miembro del partido
político PODEMOS. No le conozco personalmente y como decía, sólo
le conozco a través de sus escritos y por su frecuente participación
en las redes sociales con temas vinculados con el primer sector, el
mundo rural, la alimentación, etc. y con una visión, fuertemente
asentada en la tradición izquierdista.
Desde
la lejanía sociopolítica, de ubicarme en algún lado, me
autoubicaría en lo que históricamente se conocía como la
democracia-cristiana, creo que es una persona digna de todo respeto y
cuya opinión, por mucho que se discrepe, debe ser tomada en
consideración, incluso, en el momento de conformar nuestra propia
opinión. Pues bien, allá por el otoño del 2017 escribió en la
revista antes citada, un magnífico artículo sobre el fenómeno de
lepenización del mundo rural describiendo la inusitada fuerza con
que la extrema derecha se estaba apoderando de parte de la población
rural. Recientemente, volvió a incidir en el tema con un artículo
en el diario Público titulado “VOX a la conquista del mundo
rural”. En ambos trabajos Fernández Such argumenta que la extrema
derecha ha sabido interpretar o valerse eficazmente del creciente
sentimiento de abandono y menosprecio de los valores y la forma de
vida rural que anida en la población rural, de la identificación de
lo rural con ciertas actividades como la caza y la tauromaquia, de
los problemas inherentes como el control del agua, los daños
ocasionados por la fauna salvaje, los incendios forestales, etc. y
otros cuantas cuestiones donde se plasma fácilmente la
contraposición entre la visión rural y urbanas para acabar
identificando como adversario a la sociedad urbana en su conjunto,
como masa uniforme pero muy concretamente, a las organizaciones
ecologistas.
Los
resultados de las elecciones andaluzas han demostrado que el señor
Fernández Such había interpretado correctamente la coyuntura
política, al menos en lo que al mundo rural se refería, y así tras
la cita electoral, tenemos como resultado a una izquierda noqueada
frente a una derecha, que va desde el centro derecha hasta la derecha
más extrema, que en lo que al mundo rural y agrario se refieren,
coinciden en casi todo y que hacen suyos los planteamientos que
Fernández atribuye a la extrema derecha.
Vuelvo
a leer sus argumentos y caigo en la cuenta de que, quizás, Euskadi
no sea tan diferente porque, al menos en el mundo rural que yo
conozco y con el que comparto el día a día, el sentimiento de
abandono y ninguneo por parte de la sociedad urbana es masivo, la
dolorosa incomprensión de las características de la actividad
agraria y ganadera, la denostación de la actividad forestal, la
criminalización de una actividad con fuerte arraigo en lo rural como
lo es la caza y la creciente presión por parte de colectivos
animalistas hacia todo aquello que suponga la crianza del ganado y de
colectivos ecologistas hacia todo aquellos que suponga la más mínima
gestión del territorio y del medio natural, hacen que, si tenemos en
cuenta las premisas del señor Fernández Such, también en Euskadi
se dan los condicionantes necesarios para que se active lo que
llamaríamos la “tormenta perfecta”.
No
se crean que es mera teoría, puesto que los ejemplos y casos de lo
antes citado son más que numerosas. La población rural, diversa y
plural pero en permanente contacto con la naturaleza y los animales,
está harta de que determinados colectivos ambientalistas les dicten
desde su confortable oficina cómo deben trabajar la tierra, cómo
deben gestionar la montaña y cómo deben aprender a convivir con la
fauna salvaje (lobo, jabalí, corzo, buitre, etc.) que tantos daños
les ocasionan. Están hartos de que se criminalice la caza y se los
trate como verdaderos asesinos, sin tener en cuenta la insuficiente
pero inevitable aportación que la caza hace para afrontar la actual
plaga de jabalís y corzos. Están hartos de animalistas que claman
contra la producción ganadera, los perros que cuidan nuestro ganado
y nuestros caseríos y que se rebelan contra la matanza del cerdo,
conejos o aves, tan habitual, en nuestros pueblos. Hartos no, lo
siguiente, de que gente que no tiene un solo metro cuadrado de monte
y que nunca ha agachado el lomo para plantar un árbol, se permitan
el lujo de tildarnos de terratenientes y de dictarnos qué y cómo
debemos llevar nuestros montes y nuestros bosques. Están hartos de
gente que compra sus alimentos, sin mirar el origen y únicamente en
base a precio pero que al mismo tiempo, paradójicamente, claman
contra las ayudas directas europeas, ayudas con las que se pretende
compensar a los productores los bajos precios percibidos, etiquetando
a los baserritarras de pedigüeños y cazasubvenciones.
Como
verán, los condicionantes de la tormenta perfecta, los tenemos entre
nosotros. Ahora bien, visto lo ocurrido en Andalucía y lo que
anuncian las encuestas para el conjunto del Estado, mucho me temo que
en nuestra tierra, Euskadi, la izquierda, al menos la más radical
personificada por la izquierda abertzale y por Podemos, no han hecho
la reflexión del señor Fernández Such y se mantienen firmes en sus
trece del abandono y ninguneo que crea la tierra fértil para que
crezca el malestar rural y su consiguiente reflejo electoral.
En
Andalucía, nadie creía posible que gentes de la izquierda del mundo
rural optasen por la extrema derecha. En Euskadi, muy pocos piensan
que las gentes de izquierdas del mundo rural vasco, donde la
izquierda abertzale es mayoritaria cuando no exclusiva, puedan darles
la espalda y elegir otras opciones electorales tanto para su
municipios como para las diputaciones o Europa.
¿Qué
piensa usted? ¿Tendremos sorpresa aquí también? Yo, por lo que
pueda venir, voy a comprar mi doncel para cabalgar emulando a
Santiago Abascal por la campiña sevillana.
Xabier
Iraola Agirrezabala
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