Una chapa para cambiar de chip



Les pongo en antecedentes. En Euskadi, aprovechando que el día 3 de Diciembre se celebra el día del Euskara (lengua vasca), se ha impulsado una iniciativa llamada Euskaraldia (tiempo del euskara) cuyo objetivo es impulsar el uso del euskara en nuestra cotidianeidad intentando que cada uno de nosotros superemos las inercias que nos llevan, por el motivo que sea, a arrinconar nuestra lengua y optar por la del Imperio.

Las 200.000 personas que nos hemos adherido a esta iniciativa hemos podido hacerlo bien como Ahobizi (persona que domina el euskara y se compromete proactivamente a utilizarla) o como Belarriprest (gente que entiende el euskara y que quieren los vascoparlantes que se les dirijan en esta lengua) y yo, les informo, me he inscrito como Ahobizi. Después de reflexionarlo mucho y con mis dudas sobre mi grado de compromiso.

Cada uno de nosotros va por la calle con su correspondiente chapa en la solapa y les tengo que reconocer que si bien colocarse la chapa es realmente sencillo, lo realmente complejo, pero a la vez fructífero, es la reflexión previa que cada uno de nosotros hacemos sobre nuestras costumbres idiomáticas en el día a día. Como imaginarán, cada uno de nosotros tenemos personas y círculos con los que hablamos habitual e íntegramente en euskara. Igualmente, tenemos gente, muy cercana, que domina el euskara pero que, por lo que sea, utiliza mayoritariamente el castellano y con el que ya te has acostumbrado a comunicarte en lengua castellana. Otra  tesitura muy frecuente es el grupo de vascoparlantes donde por una única persona que no domina el euskara, el resto opta, por “respeto”, por hablar en castellano. En definitiva, que en tierras como la nuestra con un bilingüismo asimétrico y no equilibrado, las costumbres idiomáticas son tan complejas y personales como lo somos cada uno de los miembros que conformamos la comunidad hablante.



En estas estamos, yo con mi chapa en la solapa, más chulo que un ocho, cuando comienzo a reflexionar que quizás sería bueno trasladar esta reflexión y campaña de acción de las costumbres idiomáticas a otro tipo de costumbres cotidianas y por ello, llevando el agua a mi molino, me pregunto yo si sería posible impulsar alguna campaña equiparable, por ejemplo  de nombre ALIMENTALDIA, donde cada uno de nosotros, en tanto y cuanto somos consumidores de alimentos, nos colocásemos una chapa en la solapa que nos comprometa a modificar y mejorar nuestros uso y hábitos de compra y consumo alimentario.

Imagínese, al igual que me ocurrió a mí con la campaña antes mencionada, reflexionando sobre si en el momento de comprar alimentos se acude un mercado local, a una tienda pequeña de cercanía o si opta por un hipermercado ubicado en el extrarradio de las ciudades o  si ya ha optado por la red. Valore usted cuando efectúa la compra cuáles son los factores que dominan su opción de compra si es el precio, la calidad, la cercanía, etc. y qué peso tiene cada uno de estos factores. Pregúntese si en el momento de elegir un determinado alimento valora la afección a su salud o si por el contrario antepone cuestiones como la comodidad de cocinarlo. Analice si opta por el producto local y si tiene en cuenta el origen de los alimentos o si por el contrario es un tema que se la trae al pairo. Y así, puede usted, estar respondiendo a cientos de preguntas de esta índole y con las respuestas podrá usted obtener el retrato del consumidor que es usted en realidad.

Casualidades de la vida, cae en mis manos la Encuesta de Hábitos de Consumo del año 2018 elaborada por la Mesa Participación que es un foro de debate y grupo de trabajo conformado por 4 asociaciones de consumidores y Mercadona. Una Encuesta que analiza el comportamiento de 3.101 familias y sus hábitos de compra y consumo, los factores de compra, el etiquetado de los alimentos y los hábitos saludables, etc. Según recoge la Encuesta el 78% de los consumidores hemos modificado nuestros hábitos destacando que el 14% ha reducido su gasto alimentario y que el 12% diversifica sus sitios de compra, eso sí, la cercanía del establecimiento es primordial para el 50% de unos consumidores que optan por acudir andando a la compra, el supermercado es el formato de establecimiento que domina (62%) y la opción de internet, poco a poco, pero sube progresivamente.

El dominio del supermercado se extiende a todo tipo de alimentos, perecederos o no, y se constata una preferencia por los productos frescos, aunque extraña que en el caso del pescado se dé una bajada del pescado fresco mientras sube el congelado (¿el miedo al Anisakis?). Asimismo, los criterios saludables cada vez adquieren un mayor protagonismo y en la compra de los productos frescos un 80% lo hace al peso aunque, las prisas y la cabezonería de los hombres, mantienen  aún fuerte la opción de los alimentos embandejados.

Por otra parte, leyendo la encuesta, me llama poderosamente la atención que estos tiempos donde los consumidores damos un gran valor a nuestra privacidad, en el momento de obtener información y ofertas de los productos, aunque todavía siguen dominando el buzón (35%) y la propia tienda (32%), cada vez va ganando más fuerza opciones como el móvil (13%) y el correo electrónico (8%) donde la información entra al corazón de lo privado que teóricamente queremos proteger y asimismo, cuando más gente mosqueada existe porque los amos de internet siguen el rastro de cada uno de nuestros movimientos, la opción de comprar por internet pasa del 2% en 2016 al 5% en 2018, opción aún minoritaria pero con crecimiento porcentual importante, siendo las mujeres y los jóvenes los que más le dan al click.

La Encuesta que les menciono proporciona numerosos datos que conviene leer y analizar con detenimiento porque estos datos nos evidencian la importancia que cada uno de nosotros damos a la alimentación, la salud y la sostenibilidad, al producto local, al comercio pequeño de proximidad y nos demuestran a las claras que la teoría de lo que nosotros predicamos dista bastante de la realidad que practicamos.

Por eso mismo, creo que sería positivo que impulsásemos algún tipo de iniciativa o campaña, tipo ALIMENTALDIA, para que llegado el momento de colocarnos la chapa en la solapa, nos haga reflexionar, reaccionar y consecuentemente, modificar nuestros hábitos de compra y consumo alimentario. En definitiva, una chapa que nos haga cambiar de chip.  ¿Se anima? 


Xabier Iraola Agirrezabala

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