MA -ME – MI – MO – MU
Mi amigo Juan Mari, en una de sus
visitas desde Chile, lugar al que le aconsejaron irse para escaparse de la presión
de la banda terrorista ETA, me comentaba que cuando conocías la realidad de países
más pobres, se te olvidaban todas las chorradas y supuestos problemas que
tenemos los que habitamos en el primer mundo.
Algo así siento en estos momentos
cuando me encuentro escribiendo mi filípica semanal sobre mis cosas mundanas
como la agricultura, la alimentación o los hábitos de consumo, mientras escucho
las noticias de la guerra impulsada por Putin contra Ucrania. Una guerra que
por muy lejana que nos parezca, la tenemos a tiro de piedra y que me sitúan
frente a la cruda realidad mundial, muy distante, por muchos problemas que
tengamos en el día a día, de la prosperidad y seguridad que vivimos en la Unión
Europea.
Volviendo la mirada al día a día
de este complicado primer mundo, me llamó mucho la atención que el sereno
presidente de la organización en la que trabajo, ENBA, en su alocución final de
la Asamblea Anual, reprochase la actitud de los dirigentes y trabajadores de la
cooperativa-industria láctea que, en un momento delicadísimo para el sector productor
lechero, se plantease aprobar una subida salarial del 6%. Nuestro presidente,
ganadero de vacuno de leche, sufridor en sus propias carnes de la situación
límite que vive el sector ganadero, quiso pegar un tirón de orejas a esos
empleados y dirigentes del entramado cooperativo-industrial que plantean y
aprueban sus reivindicaciones sin caer en la cuenta de que sus legítimos dueños,
los ganaderos, están sufriendo lo que no está escrito y justo, en un momento,
donde la propia industria láctea está sumida en pérdidas.
Cada empleado, imagino, pretende defender
sus intereses y los dirigentes, priorizan la paz social, sin caer en la cuenta de
que con su actitud no hacen más que ahondar en el sufrimiento de los ganaderos,
la verdadera base que sustenta todo el entramado y sin el cual, nada tiene
sentido. Ni la cooperativa ni la industria lácteas.
En las cooperativas y en las empresas
de base cooperativa, los socios, los empleados y los dirigentes son igualmente
importantes y vitales para asegurar un buen futuro para todos. Ahora bien,
nadie debiera olvidar que ambas cosas, las cooperativas y las empresas de base
cooperativa, son instrumentos cuyo principal objetivo es garantizar la
rentabilidad y pervivencia del sector productor y no, tal y como muchas veces
parece, justo, al contrario, donde el sector productor parece ser una anécdota
frente a lo erróneamente principal, el mantenimiento del empleo industrial.
Cuando éramos pequeños, la
técnica de aprendizaje de la lectura se basaba en el MA-ME-MI-MO-MU, pero mucho
me temo que, en la actualidad, la técnica debe basarse únicamente en el MI,
puesto que el artículo posesivo está omnipresente en la vida cotidiana y, en
consecuencia, precisamente, ahora que está de moda la empatía, lo que abunda es
el posesivo MI, la mirada al ombligo de uno mismo y al resto, ¡que les den!
Hace unas pocas semanas, me
referí al sentimiento posesivo de alguna cadena distribuidora que hablaba de
los ganaderos que le proveían de carne como “mis ganaderos” pero, al parecer,
no es un mal exclusivo de las cadenas puesto que cada vez leo y escucho más
quejas de productores que observan como los responsables cooperativos, los
responsables de “mi cooperativa”, se alejan de la base, del sentir de sus asociados
y van construyendo, con el tiempo, y en sentido opuesto a la empatía, un discurso
y pensamiento que responde más a sus planteamientos personales que a los planteamientos
colectivos de sus asociados, o quizás emulando a los consumidores de Mercadona,
debiera haberles calificado de sus jefes.
Imagino que, al leer estas líneas,
más de uno, se preguntará si va por él/ella. Vaya por delante que no va por
nadie en concreto, pero eso sí, va por mucho/as. Al menos esa es MI intención.
Xabier Iraola Agirrezabala
Comentarios