Acaparadores
Mi
espalda, la ciática y mi natural vagueza me impiden atender el
minifundio familiar, ósea nuestra huerta, que se halla habitualmente
entre la producción ecológica y el semi-abandono, cuando no
abandono total, por lo que no alcanzo a entender la tendencia de
algunas personas por acaparar tierras.
Les
digo esto porque la Comisión Europea acaba de editar una guía para
regular la compra de tierras ante las quejas de numerosos colectivos
y responsables políticos que se muestran preocupados, cuando no
alarmados, con la imparable y creciente concentración de la tierra
agrícola en manos de unos pocos.
Son
varios países europeos, especialmente los del Este, los que se
muestran preocupados con el acaparamiento de tierras por parte de
grandes empresas y fondos de inversión que especulando con la
tierra, crean una falsa burbuja que, una vez más, ahoga al pequeño
agricultor de la zona mientras le beneficia, sobremanera, al inversor
que, plácidamente sentado en el sofá, espera percibir los
dividendos de esta nueva variante financiera. Valga como dato que,
según datos de EUROSTAT de 2012, el 3% de los explotaciones agrarias
europeas controlan el 51% de la tierra mientras que el 81% de los
pequeños agricultores y agricultoras poseen tan solo el 14,7% d la
tierra agraria.
No
obstante, no se crean que los fondos buitres son los únicos
acaparadores puesto que en bastantes casos son las propias empresas
agroalimentarias quienes dentro de su estrategia vertical adquieren
las tierras y con ello, valiéndose de una mano de obra barata, se
aseguran la materia prima suficiente para garantizar que la rentable
maquina industrial no se paralice; es, lo que yo hace poco,
calificaba como “agricultura, sin agricultores” sino, emulando al
siniestro sindicato vertical, una agricultura constituida por
empresas alimentarias verticales conformadas por empresarios que
contratan empleados tanto para producir como para transportar,
envasar y/o comercializar.
Ahora
bien, hablando de acaparamiento de tierras, al menos en lo que a
nuestro entorno mas cercano, los principales protagonistas de este
fenómeno acaparador son .....
los propios productores y ejemplo de ello
es el fenómeno acaparador que se da en bastantes montes comunales
donde los usuarios actuales obstaculizan, cuando no impiden, la
entrada de nuevos usuarios, caso especialmente sangrante en el caso
de los más jóvenes y no se crean no que lo hacen por perder pastos
para su ganado sino para no perder hectáreas en las que sustentar
las ayudas europeas de la PAC. Lamentablemente, este fenómeno no se
produciría si no fuese por un sorprendente pasotismo de las
instituciones responsables de dichos terrenos comunitarios que optan
por ponerse de perfil para no ser salpicados por la sangre.
En
otros muchos casos, además de los acaparadores de PAC, los
productores ejercen de acaparadores “sobrevenidos” al ir
envejeciendo la población agraria activa de su municipio y con ello
produciéndose un abandono lógico de la actividad, con lo que son
los pocos productores en activo quienes van gestionando las fincas
resultantes dándose incluso la paradoja, sobretodo fuera de Euskadi,
que los pocos jóvenes del pueblo acaban siendo incapaces de
gestionar las fincas de los que envejecen o de los que abandonan el
pueblo para irse a la ciudad puesto que, a lo que era un fenómeno
inicial de compra de tierras para dimensionar y rentabilizar la
explotación, se le añade, de forma involuntaria pero impepinable,
el acaparamiento “sobrevenido” por falta de voluntarios en el
horizonte.
No
es un fenómeno habitual en Euskadi pero sí en otras comunidades
autónomas eminentemente rurales donde la despoblación está
causando estragos aunque me gustaría reseñar que en los casos que
se dan en nuestra comunidad, los productores en activo, ante la
imposibilidad de trabajar todas las tierras, optan por las mejores,
las maquinables, algo lógico por otra parte, mientras dejan en un
segundo plano, cuando no las semi-abandonan, las orográficamente más
complicadas y es por ello que, tal y como suele sugerir mi amigo Jon,
las administraciones debieran prestar un especial apoyo a estas
fincas difíciles para garantizar su correcta gestión agroganadera.
Por
cierto, hablando de mi amigo Jon, Arruti para más señas, quisiera
traerle a la palestra porque creo que además de ser un ganadero de
raza, vocacional y profesional como la copa de un pino, nos acaba de dar a
todos una buena muestra de su espíritu emprendedor y de su
maravillosa obstinación al lanzar al mercado el primer aceite de
nueces, MAITIA, exquisito y altamente recomendable, elaborado con
nueces autóctonas y con el que nos ha demostrado, hasta al mayor de
los incrédulos, la potencialidad de esos productos autóctonos a
los que tan poca atención prestamos. ¡Suerte Maitia!
Xabier
Iraola Agirrezabala
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